Desmembrando el miedo: La narrativa de Karina Miñano en su libro “Remolino de sueños”

Foto de portada: Dreaming de Shamsia Hassani

Oh historias trágicas
han encontrado morada en nuestros corazones.

Nadia Anjuman

*Por Emilio Paz

Cuando comencé a leer Remolino de sueños (Caligrama, 2021) de Karina Miñano, debo aceptar, que tuve dudas. No por su calidad como escritora, porque era la primera vez que la leía, sino porque siempre me dediqué a la poesía. Al ser profesor de filosofía y religión, encontraba en la poesía esa forma natural, espontánea y humana de trasgredir la realidad para profundizar en ese misterio del ser y del existir. Sin embargo, al comenzar a leer la novela de Karina, encontré una historia que va más allá del papel. A lo largo de sus treinta capítulos, epílogo y carta final (haciendo un total de 32 apartados), logramos desmenuzar, introducirnos e identificarnos con la protagonista y su sociedad. En primera instancia creemos que la obra gira alrededor de un camino personal. Pero, a título personal, considero que es un camino doble.

El título, Remolino de sueños, quizá nos hace referencia a alguna historia de amor. Posiblemente, creemos que es un poco trillado. Sin embargo, el libro es un memorial de sueños de cada uno de los personajes. Desde los principales hasta el más secundario de ellos. Para escribir una reseña de una novela, es necesario desmenuzar la obra. En poesía, generalmente, coloco algunos de los poemas que se contienen en el libro. Ergo, ¿cómo escribir una reseña de una novela? Empleando un concepto cinematográfico, no podemos generar spoilers. Así que recurriré a una estrategia personal: la bitácora personal. En primera instancia emplearemos el recorrido de emociones y, posteriormente, algunas citas textuales que son necesarias de recordar.

Al comenzar a leer la novela de Karina Miñano sentí esa conexión inmediata con Latifah (nuestra primera protagonista). El miedo, el dolor, la angustia y la desesperación se contrastan con la misericordia. Y este es un término bastante cristiano que no nos hace alejarnos del contexto global. Latifah es una mujer afgana criada en occidente. Musulmana de religión, ella siente una conexión con el pueblo de Munda, uno de los primeros campamentos de refugiados afganos en Pakistán. Ahí, ella, comenzará una labor importante y descomunal: brindar esperanza. Esto lo haría mediante la creación de espacios educativos para las mujeres afganas y aquí me detengo. Es de conocimiento público lo que pasó en Afganistán cuando se estableció el estado ultraconservador en el gobierno. Las libertades se limitaron y se establecieron muchas prohibiciones. Karina, de una forma humana y desgarradora, logrará describir algunas de ellas en las voces protagónicas de los personajes primarios y secundarios. No había necesidad de diferenciar, sino de encontrarnos desnudos frente a un alma rota. Como se describe en un paraje de la historia: las mujeres habían perdido su libertad y era necesario que salgan del túnel.

Por eso, el largo recorrido narrativo no se hace cansado ni monótono. Se transforma en una progresión esquematizada de emociones dinámicas que logran tocar las fibras íntimas del alma. Latifah y su diálogo con Mustafá, posteriormente con Zein, los mulá de Munda, esta primera ciudad de refugiados, logrará encontrar un puente de comunicación en una sociedad conversadora dentro de una lectura correcta y auténtica de su religión. Posiblemente por el recuerdo de Anisa, su hermana, Mustafá encuentra en Latifah una voz con autoridad y sencillez para producir ese cambio. Todo dentro de un contexto, como repetimos, cultural y religioso. Sin embargo, el peligro de los radicales afganos que buscaban a Latifah para “castigarla” por esta ofensa a lo que ellos interpretaban con la ley.

En este camino y proceso, nuestra protagonista rescatará a una niña, a la cual llamará Sumaya, entablará una fuerte relación con Fátima y Sakina, cada una con un destino diferente, y con Said, quien se volverá su amigo, confidente y, posteriormente, su esposo. Con las escuelas y comunidades que nuestra protagonista creará, surgirán nuevos aires de esperanza y de libertad para las mujeres. Un centro de todo este recorrido narrativo donde discurren la muerte, el dolor, la angustia, la misericordia y el perdón. Poniéndose como un resumen una de las frases que más eco me genera: Para superar el dolor hay que pasar de nuevo por él. Una frase contundente en uno de los momentos más trágicos de la novela con un inhumano atentando terrorista. Todo esto será coronado con el Epílogo y carta final que corresponde a Sumaya, nuestra segunda protagonista, quien forma una especie de cierre al círculo de dolor formado a lo largo de la narrativa.

Quizá en este camino de desmenuzar la novela, solo he encontrado evidencias de una humanidad que se abre paso en medio del dolor (sobre todo con la frase que hemos citado). Por eso, el título Remolino de sueños, calza de la mejor manera. En el discurso de la novela se ven muchos pasajes en donde se mencionan los sueños (discurso casi total de Latifah en sus diálogos con Mustafá) y los remolinos que se aparecen en momentos de dolor y de muerte. Una dicotomía presente a lo largo los párrafos que Karina ha creado. Ahora, nos preguntamos de dónde emergen estas historias, pues se palpan tan reales que nos exhorta a buscar en Google los nombres de los protagonistas. Pero no, estas historias corresponden a las historias de todas las mujeres afganas refugiadas en diferentes países. Mujeres con las cuales la autora ha tenido contacto en sus años de vivencia en Europa. De tal forma, esta novela no es solo una historia de emancipación y superación, sino de una conquista de la libertad, de la igualdad. Posiblemente, los momentos dramáticos que vive Latifah y Sumaya son un punto de inflexión que pueden identificarse con un personaje secundaria, pero con un contundente mensaje: Karima. Ella, la hermana menor de Said, logra construir su camino.

Y luego de leer esta novela, me quedó la pregunta navegando: ¿Soy libre? Porque la libertad no es solo estar libre de pecado o culpa, sino ser libre de ideas y tradiciones obsoletas (esas que atentan contra la dignidad de uno).

En mis años universitarios, el profesor de Antropología religiosa nos decía que la tradición solo es vigente si logra 1) responder las exigencias elementales humanas y 2) respeta la dignidad humana. Mientras esto no haya, dicha tradición se pierde con el tiempo. Posiblemente, es un punto de inflexión frente a situaciones culturales y religiosas que vivimos a diario, cuestiones de carácter moral y, en algunos casos, de carácter ético. De igual manera, leer esta obra me hace recordar a Nadia Anjuman, poeta y periodista afgana, fallecida a manos de su esposo. Leí sobre ella mientras indagaba sobre la situación de las mujeres afganas. Su historia es desgarradora y se ve, mucho de ella, en cada personaje que se presenta en la novela. No hay puntos grises, en un primer momento todo es blanco o es negro, y la que logra generar los matices será la doctora Latifah. Pero esto lo logra mediante el elemento transversal de todo el eje narrativo: la educación. Mismo eje que emplea, en vida, la artista y profesora Shamsia Hassani. Por eso, la novela de Karina Miñano no discurre entre personajes ficticios, sino entre personajes que representan a un pueblo real y herido.

Y aquí vuelvo a mí: soy profesor y me cuestiono ¿qué más he hecho por mis estudiantes? La respuesta es que he hecho poco. Porque los dolores son varios: discriminación, pobreza, violencia, homofobia, maltrato, machismo, etc. Entonces ahí recuerdo que la lucha de Latifah es la lucha de la mujer afgana y del docente, varón o mujer, que debe lograr salvar a sus estudiantes. Porque la única forma de transformar una sociedad es con el conocimiento, con la educación, con el diálogo. Evidencia constante y permanente que logra ver Mustafá en cada diálogo con la doctora y maestra.

Leer Remolino de sueños es leer una bitácora, palpar un alma desnuda, erradicar prejuicios religiosos y raciales. Es volverse un ser misericordioso para sentir el dolor de los personajes y de esta manera mantener perenne la memoria de alguien. Por eso, la novela de Karina Miñano, junto a su narrativa, logra atrapar la emoción del lector desde la primera línea que se lee. De alguna manera misteriosa, nos hacemos uno con el dolor de un pueblo y, especialmente, con aquellas mujeres que ansían su libertad y, como expresa Mustafá en uno de sus diálogos con Latifah, “salir de la cueva” en que fueron atrapadas por un régimen totalitario y fanático. El respeto por la tradición cultural y religiosa no se vuelve un discurso opuesto, sino en un discurso que es actualizado al nuevo contexto de los tiempos.

Esta novela permanecerá perenne en el tiempo gracias a la voz de un pueblo que habla en estos personajes. Personajes tan reales que los podrías abrazar para secar sus lágrimas.

Remolino de sueños, de Karina Miñano Peña
Portada: Manuel Miñano Peña
Penguin Random House Grupo Editorial, Caligrama, 2021

Sobre la autora

Karina Miñano (Lima, Perú). Al mudarse a Europa en el 2004 se encontró de cara con la presencia musulmana, de la que sabía muy poco. Su curiosidad la llevó a conocer más sobre esa cultura y a sacudirse los estereotipos creados por el miedo social. Su interés creció al conocer la situación de las mujeres, sus ambiciones y limitaciones. Y un deseo inmenso por buscar empatía se apoderó de ella, que, junto a su pasión por la escritura, dio origen a este libro.

Sobre el autor de la reseña

Emilio Paz Panana (Lima, 1990) Profesor de Filosofía y Religión, egresado de la Universidad Católica Sedes Sapientiae. Tiene publicados “Septiembre en el silencio” (Club de lectura poética, 2016), “Laberinto de versos” (La Tortuga Ecuestre, N°394, 2018), “La balada de los desterrados” (Ángeles del Papel Editores, 2019) “Mar profundo: Antología personal” (Lp5 editora, Chile, 2020), “Frutos del Tiféret” (Abismos del suroeste, España, 2021), además de compilar la antología bilingüe español-italiano In canto (Edizione Kolibris, Italia, 2020). Posee trabajos publicados en diversos medios de Perú y el extranjero; siendo a diferentes idiomas. Ha ganado el “Mes de las Letras” (abril, 2017) de la Fundación Marco Antonio Corcuera y el IX Concurso internacional de poesía y cuento – Perú 2019 organizado por la revista “El Parnaso del Nuevo Mundo”. Ha participado de diversos recitales poéticos, congresos de filosofía, siendo su línea de investigación la relación entre estética, poesía y educación. Actualmente dirige la revista Kametsa, ediciones Kametsa y los recitales benéficos Las voces del colibrí. Colabora en el portal Liberoamerica de Argentina.

Nota

El verso de Nadia Anjuman que abre la reseña corresponde al poema Historias trágicas (Hamal 1380 / Primavera 2001) que fuera traducido al español por Adalberto García López y publicado originalmente en Círculo de Poesía.

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